En Noviembre es tradicional este plato en Andalucía, en cada lugar lo aderezan y adornan de forma diferente, unos con miel, otros con cuscurrones, con granos de café, nueces….
Hoy día de «Tosantos» se dice así en muchos lugares de Andalucía se hace este plato como tradición, en Málaga, es más de Semana Santa..Hemos querido hacer un homenaje este día con estas deliciosas «gachas» sacadas del blog de Mi Cocina de Toñi Sánchez os dejo su enlace para que podáis descubrir este delicioso postre.
«Igual es uno de los primeros platos que el homo sapiens cocinó pasando alimentos crudos a cocidos»

Llegando a la época romana, las primeras gachas documentadas textualmente, no son dulces, era una especie de papilla denominadas “pulmentum” de harina de trigo y aceite o grasa de animal que consumían las clases menos favorecidas de la antigua Roma.
Durante más de 300 años llegó a ser el “Puls”, así denominaban el plato los romano, éstas gachas de cereales compuestas de cebada, espelta, farro (cereal parecido al trigo) y/o mijo, cocinado con agua y un poco de manteca, la base de la alimentación romana.
Este triste engrudo de casa pobre se va sofisticando según sube el nivel económico del consumidor: La Puls púnica, es decir, gachas a la manera de los cartagineses, consiste en gachas espesas con tropiezos de queso, miel y huevos duros. Y la exquisita Puls italiana se hace añadiendo a las gachas ostras hervidas o mejillones, sesos a la plancha y vino especiado.
De plato principal el puls se convirtió en guarnición de la mayoría de los platos. A la manera de nuestro puré de patata de hoy en día.
Aunque para encontrar algo más parecido a nuestras gachas andaluzas tenemos que llegar al mundo andalusí; de su cocina heredamos gran parte de nuestra gastronomía actual, entre otros las masas de harina liquidas, el almorí, origen de los churros, de los buñuelos y de las tortillitas y de la cocción de la harina en la leche como las tradicionales poleás o gachas.
Es en esta época en la que se empiezan aromatizar los postres con diversas especias: canela, ajonjiolí o malauva y, quizás, a añadirles un chorrito de guardiente o kermel, que se empieza a destilar en los alambiques de Andalucía.
Pero la época dorada de las gachas, por desgracia, son los años difíciles del siglo XIX e incluso hasta principios del XX que la gastronomía se caracterizó por una vuelta a la cocina de subsistencia, pobre, casi sin “ná”……teniendo una importancia vital para muchas personas en aquellos años difíciles y duros.
Hoy en día, recuperada de la gastronomía popular se toma como postre, tradicional en Málaga en los días de Semana Santa, es toda una delicia que se suele aderezar dependiendo de los gusto del consumidor con “cuscurrones” de pan frito, frutos secos, pasas y miel….y como no podía ser de otra forma, en Málaga, con miel de caña de la Axarquia…
He de reconocer que ésta receta no es de mi “herencia” familiar, ya que las que recuerdo con las hechas con maicena (ésta será otra historia en el blog, otra receta). La ví en uno de los libros de mi biblioteca gastronómica, concretamente en la colección de “La Cocina malagueña” del profesor y gran entendido gastronomico D. Fernando Rueda y en el tomo número 6, tal y como recordaba, está la receta.