Su peso en trigo, la tradición de San Isidro en Periana

Su peso en trigo. Eso es lo que debe arrojar cada vecino a San Isidro el día de su festividad, el 15 de mayo, en la localidad malagueña de Periana, un municipio que mantiene esta tradición para que de este modo proteja los cultivos y conceda una buena cosecha el próximo año pese a la sequía.

Muchos son los pueblos de España que celebran la festividad de San Isidro, pero en este pequeño pueblo de la Axarquía, a 58 kilómetros de Málaga capital, la tradición establece que cada familia destine al menos el peso en trigo del mayor de sus miembros al santo. Este año, el dinero que se consiga por el cereal se donará a Ucrania.

Más de 40.000 kilos de trigo caerán desde los balcones durante la procesión, que tiene un recorrido de algo más de un kilómetro, pero que anualmente se prolonga durante doce horas, ya que todos los vecinos quieren ofrendar este preciado cereal, ha explicado a EFE el alcalde del municipio, Rafael Torrubia.

El santo hace parada en los balcones

San Isidro permanece frente a cada balcón entre quince minutos y una hora y cuarto, dependiendo del trigo que esparce cada familia, que puede alcanzar los mil kilos por vivienda, en función de los miembros.

El trigo, tras pasar por la imagen, cae a sus pies, donde hay un canal que permite a los mayordomos recoger el cereal con sacos.

El trono tiene forma de tolva y cuando está lleno, lo que supone unos 500 kilos de peso, los mayordomos abren las compuertas y vuelven a verter el trigo en sacos, que se quedan apilados detrás de la procesión, para posteriormente venderlo y destinarlo a causas solidarias.

Una tradición con arraigo

Raro es encontrar en Periana a alguien que no haya realizado alguna vez una manda o simplemente haya agradecido al patrón la salud y el bienestar de su familia, y entre los devotos hay hasta a niños que arrojan con ayuda de sus padres su peso en grano con un cubo, describe Torrubia.

También hay muchas personas que ya no viven en el municipio pero que hacen el encargo a otros vecinos para que arrojen el trigo. “Nos llaman desde Francia, Alemania, personas que no han vivido aquí pero que son nietos de lugareños y no quieren que se pierda la costumbre familiar”, explica el regidor.

Además, es tradición que las familias que han tenido descendencia durante el año muestren sus hijos a San Isidro y, si es posible, que lo toquen, para lo que un mayordomo se sube, coge al niño y tiende su mano con el fin de que no le falte el pan en su vida.

Cereales y flores

Esta tradición comenzó cuando los labradores quisieron agradecer a San Isidro la cosecha obtenida, pero los años han pasado y, aunque ahora apenas se cultiva el trigo en esta zona, los vecinos lo compran para ofrecérselo.

Según el regidor, los ancianos cuentan que antes solo los ricos podían arrojar sacos, porque la mayoría sólo tenía un plato de cereal o unos pocos de garbanzos.

En el quinto mes del año, mes de las flores por excelencia, de explosión de la naturaleza tras el invierno, los vecinos también arrojan flores a su paso.

La figura del santo, adornada con espigas y claveles rojos y blancos, preside la procesión, que se detiene en cada vivienda, que exhibe un mantón de Manila o una sábana en el balcón, en señal de que desea hacer esta ofrenda.

Una verdadera explosión festiva que se inicia con la llegada del buen tiempo y que rinde homenaje a los hombres y mujeres del campo a través del patrón de los agricultores. EFE