La primera vez que tengo noción del agua “mineral” embotellada, es a finales de los años sesenta del siglo XX. Mi madre la compra para hacer la papilla de mis hermanas, se llama “Agua de Solares” que nos dice en su etiqueta, “solo sabe a agua”.
La publicidad nos la presenta y acerca su existencia a las consumidoras como algo especial, un agua más exquisita, con minerales controlados y medidos, un agua gustosa, para gente refinada y personas delicadas.
En verdad, su sabor no es diferente al agua del grifo, pero nos la hacen sentir más apetecible y sabrosa. Seducida por la atractiva presentación, no comprar esas botellas, para mi madre es poco menos que poner en peligro el delicado estómago de mis pequeñas hermanas.
Han pasado cincuenta años y la publicidad sigue ahí, seduciendo intensamente.
Sin embargo, hay una diferencia esencial entre aquellas botellas y las actuales. Las primeras de cristal y retornables, la opción más limpia y beneficiosa, porque se vuelven a utilizar las mismas botellas. Mientras que las de ahora son de plástico, como la opción más ofrecida, si bien no la más limpia, dado el nivel de contaminación por plásticos.
No es la más económica, si contamos con lo que cuesta reducir ese alto nivel de contaminación. Y tampoco la más saludable, por el posible efecto de algunos compuestos sobre el cuerpo humano, y en conjunto sobre el medio ambiente.
Su sabor no es diferente al agua del grifo, pero nos la hacen sentir más apetecible y sabrosa
Ahora bien, la población que sigue prefiriendo el agua embotellada lo hace por diversas causas.
Por ejemplo, la costumbre es una de ellas; es probable que repetir la misma pauta de comportamiento durante quince días seguidos, lleve a incorporar como un nuevo hábito el beber en botella de plástico, sobre todo cuando no se detiene a pensar las repercusiones.
Pero la pereza que pueda suscitar mantener una actitud crítica diaria hacia lo que se consume, es otra causa.
La seducción a través del marketing comercial, no se queda atrás. Es muy difícil escapar a sus mensajes que se instalan en el mundo de los sueños, sobre lo cómodo, seguro y práctico. Sobre la belleza, lo saludable, y lo diferente.
Imagínense que cada persona tome a diario un litro de agua o cualquier bebida en botella de plástico. «Multipliquen por el número de habitantes y sabrán la cantidad de botellas de plástico que se tiran, sin más utilidad no consciente que aumentar las islas de plástico de los mares y océanos de la madre Tierra, nuestra casa.»
A esta situación le sumamos el efecto que tiene el bisfenol a. Éste es un compuesto orgánico para la fabricación de plásticos de uso corriente. Se encuentra en los biberones, botellas de agua, equipamiento deportivo, dispositivos médicos y dentales, entre otros.
Éste compuesto orgánico actúa como un disruptor endocrino. Es decir, vuelve un poco loco a nuestro sistema hormonal. Es capaz de causar desequilibrios en él a concentraciones muy bajas con posibles repercusiones sobre la salud tanto de los animales como de las personas.
La Unión Europea, desde 2011 prohíbe la venta de biberones de plástico que contengan bisfenol a, como medida preventiva en los lactantes, por sus posibles efectos perjudiciales para la salud.
Así, Europa se une al listado de países que legislan sobre le tema como son Canadá que es el primero en hacerlo. Algunos Estados y ciudades de EEUU. Y desde 2012 también se suman a la regulación, Perú, Argentina y Colombia.
Beber agua en botella de plástico no está bien visto
Desde hace algunos pocos años, tenemos una buena noticia, y es que se han puesto en marcha diversas campañas a favor de beber agua del grifo, “Pro-grifo”. De algunas de éstas campañas se ocupa la asociación española de operadores de agua pública, AEOPAS que se constituyo en el año 2009.
Pero además, se difunde la voz entre la gente más consecuente y bien informada, no siendo ya bien visto beber agua en botella de plástico. Se está tomando por costumbre ésta nueva práctica entre la población más sensible y delicada, consciente y cuidadosa.
Es una conducta de signo contrario hacia el agua embotellada en plástico; ahora se prefiere en jarra, del grifo y gratuita, porque entre otras cosas, es importante contar con agua libre. Esto último nos lo dice Naciones Unidas cuando en 2010 reconoce que el acceso al agua potable y el saneamiento es un derecho humano.
Además, a esta campaña pro-agua del grifo, se suma otra que advierte sobre las bebidas azucaradas, también embotelladas en plástico. Quiere y pretende ayudar a la población a reducir la obesidad y las enfermedades no transmisibles, sobre todo del público infantil y juvenil.
Cada una de éstas campañas quieren sensibilizar, ilustrar a la población, informar y concienciar, pero seducir también. Por eso usan herramientas de marketing, conocedoras de su largo alcance.
Reducir plásticos, una de las patas fundamentales que lograrán que el medio ambiente perdure
Ahora bien, cumplir y alcanzar los objetivos, de reducir plásticos, eliminar el bisfenol a y tomar agua del grifo, requiere desarrollar las competencias, la unión y la consciencia de tres actores o patas fundamentales:
Uno de ellos de vital importancia son las empresas de los sectores del plástico, de aguas, y de bebidas endulzadas. Otro factor son las Instituciones Internacionales, los Gobiernos de los países y las leyes. Y por supuesto, la tercera pata son los y las consumidoras con sus tomas de decisiones conscientes, los medios de comunicación y las empresas de marketing.
Cada pata sostiene la situación actual ¿cómo era aquello de que la unión hace la fuerza?
Yo, por lo pronto, como consumidora consciente de los problemas de salud, tomo agua, y del grifo, reconociendo que está muy bien controlada.
Como persona, ciudadana y cuidadosa del medio ambiente, transporto el agua que bebo en botella de cristal que lavo y vuelvo a usar, una y otra vez. Y tu, ¿Cómo actúas con respecto al plástico y al agua?
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María Tesías Herrera – Socióloga