En el corazón de la ‘Ruta del sol y el aguacate’, Benamargosa es un gran ejemplo de cómo los cultivos subtropicales se han enraizado en la comarca de La Axarquía.
En las laderas y montes que rodean este municipio crecen aguacates y sabrosos mangos que refrescan el verano malagueño. También cítricos, traídos hasta aquí por los árabes. La localidad se extiende sobre un pequeño valle en la ribera del río Benamargosa, que hoy se salva gracias al denominado Puente de los diez ojos. Muy cerca, los Arcos de la Huerta –obra de ingeniería hídrica que canalizaba antiguamente el agua para regar las huertas–, muestra la importancia que el campo tiene en la población.
Entres sus calles y callejones, cuestas y recovecos de barrios como Los Pechuelos o La Solana, las pequeñas casas de Benamargosa mantienen bonitos jardines que añaden una paleta de colores a lo largo de todo el año al habitual blanco de las fachadas. En la parte más alta se construyó la Iglesia de la Encarnación, que data del siglo XVI. Reformada un siglo más tarde, cuenta con una característica planta octogonal y un precioso techo sobre el altar. También son interesantes la Ermita de San Sebastián y la del Cementerio, ambas del siglo XIX.