Esta sorprendente cavidad está formada por 500 metros de galerías y supone una visita muy interesante para toda la familia. En su interior se encontraron restos prehistóricos, así como de fenicios, romanos y árabes.
La provincia de Málaga puede presumir de contar con algunos parajes naturales tan impresionantes como el Torcal de Antequera, el Desfiladero de los Gaitanes (por donde pasa el famoso Caminito del Rey) o los Acantilados de Maro. Incluso, en las profundidades de estas tierras andaluzas podemos encontrar verdaderas joyas escondidas.
Un ejemplo perfecto es la llamada Cueva del Tesoro, ubicada en Rincón de la Victoria, «una de las tres únicas cuevas de origen marino que se conocen en el mundo», tal y como afirman desde la web de turismo de dicho municipio. Visitar esta cavidad es una experiencia turística sin igual que merece muchos la pena si estamos en la zona.
Una joya natural en el Rincón de la Victoria
Apenas a 10 kilómetros de la ciudad de Málaga se ubica el municipio de Rincón de la Victoria y la zona conocida como El Cantal, donde se encuentra esta cavidad que se sumerge en las profundidades de la tierra: la Cueva del Tesoro. Tal y como aclaran desde Turismo de Málaga, «los cantales son pequeños acantilados que se formaron en época jurásica y que se asoman al mar por esta parte de la costa mediterránea».
En este lugar había depositados materiales silíceos, sobre los cuales se fueron sedimentando capas de cúmulos calizos. Todo ello empezó a elevarse a causa de presiones subterráneas, corrientes marinas y el oleaje, lo que dio como resultado diversas cuevas y galerías en los cantales. Con el paso del tiempo se fueron creando en el interior columnas, estalactitas y estalagmitas, hasta adoptar la forma actual: 500 metros de galerías y una zona de lagos.
Un tesoro árabe aún sin descubrir
En la Cueva del Tesoro se han encontrado restos de las diferentes civilizaciones que la utilizaron a lo largo de la historia. Así, los arqueólogos hallaron vestigios del Paleolítico y de la Edad de Bronce, así como de fenicios, romanos y árabes. De hecho, las leyendas cuentan que esta última cultura dejó oculto en la cavidad un tesoro que aún no ha sido descubierto.
Esas historias se fueron avivando con el hallazgo de restos de gran valor como monedas de oro de los tiempos del emir almorávide Yúsuf ibn Tašufín. Incluso, años después se llegó a ubicar en el lugar uno de los tres famosos santuarios prehistóricos del sur de la Península. La propia cueva en sí ya resulta un tesoro natural, ya que es una de las tres únicas cuevas de origen marino que se conocen en el mundo, estando las otras dos en Asia y en América Central.
La visita a la Cueva del Tesoro
A día de hoy, la visita a la cavidad es una actividad realmente interesante para toda la familia. En la entrada encontraríamos una exposición y una sala de interpretación tanto de la parte geológica como de los restos arqueológicos encontrados. En un principio iremos bajando por la Sala de la Virgen, donde destaca El Pozo del Suizo, y continuaremos por la Sala de Marco Craso, bautizada con ese nombre porque se dice que el político romano se ocultó aquí al ser perseguido.
A continuación vendrán la Sala del Águila, con una roca de grandes dimensiones similar al ave; el Santuario de Noctiluca, diosa de la luna, la noche y la fecundidad, y la Sala del Volcán, que cuenta con una oquedad con una sima que llega al mar. Finalmente, nos quedará la Sala de los Lagos, de enorme belleza.