Días después de aquella cita, el Hospital Infanta Margarita, que fue donde ocurrieron los hechos, ha terminado reconociendo el error. La doctora que la atiende la convocó el lunes para pedirle disculpas.
Toñi está “muy enfadada por ese error” que a su juicio “es uno más” en el historial que lleva desde que empezó su caso…
En los últimos meses ha presentado dos reclamaciones de las que de momento no tiene respuesta.
Toñi tiene 54 años y es vecina de Nueva Carteya (Córdoba). En agosto tuvo que someterse a una mastectomía parcial en un centro privado de Córdoba tras detectarle un tumor en el pecho izquierdo. Desde entonces, sigue un tratamiento hormonal después de completar varias sesiones de radioterapia.
Pero su historia no sólo habla de superación. También pone el foco en un error sanitario que ha generado desconcierto y preocupación.
Desde los 45 años, Toñi estaba incluida en el programa de cribado del cáncer de mama de la sanidad pública. Durante años se sometió a revisiones cada seis meses o cada año. Sin embargo, cuando cumplió los 50, el protocolo cambió: las citas pasaron a realizarse cada dos años.
Preocupada por su historial familiar y por los riesgos, en 2021 decidió contratar un seguro privado para realizarse pruebas de forma más frecuente, cada seis meses, sin dejar de acudir a las revisiones públicas.
En diciembre de 2024, sus médicos privados le comunicaron que las pruebas “no eran claras ni concluyentes”, aunque no detectaron lesiones.
El 27 de marzo de 2025, en su última mamografía pública en el Hospital Infanta Margarita de Cabra, le aseguraron que “todo estaba igual que en la anterior”. Sin embargo, apenas dos meses después, en mayo, los especialistas del centro privado encontraron una posible lesión.
El diagnóstico se confirmó y el 26 de agosto fue intervenida. “La mama ha podido conservarse”, explica Toñi, que tras la operación ha pasado por radioterapia y continúa con tratamiento hormonal.
Cuando en septiembre recibió una nueva cita para su mamografía en el hospital público, acudió, aunque no pudieron hacerle la prueba porque estaba aún convaleciente de la cirugía. Más tarde, en octubre, volvió para realizarse la mamografía de la mama derecha.
Fue entonces cuando se encontró con una situación insólita: su doctora le mostró una mamografía que figuraba en su expediente sanitario, pero que no era suya. “Me dijeron que ya tenían una prueba mía hecha en septiembre. Pero yo no me la había hecho”, relata Toñi.
Al ver la imagen, insistió: “Esa no es mi mama”. Todo indica que la mamografía pertenecía a otra paciente, pero fue asignada por error a su historia clínica.
Hoy, Toñi se centra en su recuperación, aunque no oculta su malestar. Cree que su tumor “podría haberse detectado antes” y teme que el fallo en su expediente pueda tener consecuencias en el futuro.
“Después de todo lo que he pasado, que encima me asignen una prueba que no es mía me parece gravísimo”, denuncia.
Su caso reabre el debate sobre la seguridad de los sistemas de archivo y gestión de pruebas médicas, especialmente en contextos de alta carga asistencial y digitalización sanitaria.
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