«El estudio, dirigido por los investigadores del Distrito Sanitario Málaga, Juan Bellón y Patricia Moreno y publicado en JAMA Psychiatry, que incluye ensayos clínicos donde participaron más de 10.000 pacientes, muestra la eficacia de esta metodología»
Un estudio, liderado por investigadores del Distrito Sanitario Málaga-Valle del Guadalhorce, pertenecientes al Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Juan Bellón y Patricia Moreno, y en el que han participado también investigadores españoles de la Red de Investigación en Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (redIAPP), del Instituto de Salud Carlos III, muestra la eficacia de las intervenciones psicológicas y educativas en la prevención de la ansiedad.
El trabajo, publicado por la revista JAMA Psychiatry, de la Asociación Médica Americana, ha supuesto la revisión sistemática y análisis de 29 ensayos clínicos con un total de 10.430 pacientes de 11 países y 4 continentes. De este modo, y tras este arduo análisis, Juan Bellón, médico del centro de salud de El Palo, y Patricia Moreno, profesional de la Unidad de Promoción y Participación Comunitaria del Distrito, han llegado a la conclusión de que las intervenciones psicológicas cognitivo-conductuales o de otro tipo y también las educativas, llevadas a cabo por especialistas en salud mental, médicos de familia, enfermeras e incluso por maestros en las escuelas, reducen la aparición de nuevos casos de ansiedad en un 43%.
Se trata, según los investigadores de un hallazgo “muy relevante”, ya que una vez que las personas desarrollan un trastorno de ansiedad, existen tratamientos psicológicos y con psicofármacos que son eficaces “sin embargo, no son todo lo eficaces que nos gustaría”, comentan . La consecuencia -añaden- es que cuando las personas enferman de ansiedad, los tratamientos solo consiguen una reducción limitada del impacto negativo que esta enfermedad produce sobre la salud y la calidad de vida mental y física de las personas y sus familias y también sobre los costes para el sistema sanitario y la sociedad en general. “Lo que hemos demostrado con nuestro estudio es que las intervenciones preventivas, es decir las que hacemos antes de que se llegue a enfermar de ansiedad, son efectivas y consiguen evitar que el trastorno de ansiedad se inicie; en este sentido funcionarían como lo hacen las vacunas y daría fundamento al conocido ‘más vale prevenir que curar’”, señalan.
No obstante, matizan los profesionales que “con nuestro estudio no podemos saber cuáles de las intervenciones preventivas de la ansiedad son más efectivas, pero si podemos afirmar que el conjunto de ellas son efectivas, en todas las edades y en países y culturas muy diferentes”. En este sentido, exponen que “para que los programas preventivos de la ansiedad tengan el deseado impacto positivo sobre la salud y la sociedad es necesario que lleguen a un gran número de personas sanas pero con factores de riesgo, esto se podría conseguir llevándolos a cabo en las escuelas, en los lugares de trabajo, en la atención primaria e incluso mediante programas implementados desde internet y los teléfonos móviles”.
Por su parte, JAMA Psychiatry ha puesto de manifiesto la trascendencia del trabajo al dedicarle uno de sus editoriales, donde la revista destaca que los autores han hecho “una contribución única en este campo”, mostrando cómo las intervenciones psicológicas y educativas pueden evitar nuevos casos de desorden por ansiedad a nivel poblacional. Los editores ponen de manifiesto como este grupo investigador español de la RedIAPP ha dado relieve a la prevención e intervención temprana frente a los efectos de la ansiedad como problema de salud mental a lo largo de la vida.
«Entre 2005 y 2015 se estima que el sufrimiento (medido como años vividos con discapacidad) que produce la ansiedad ha experimentado un aumento global del 14,8%, siendo, después de la depresión, la segunda patología en importancia dentro del grupo de los trastornos de salud mental y dependencia a sustancias.»